Hoy la gente quiere vivencias, emociones, no solo historias y cuentos.
Y además quiere participar y ser incluso, el protagonista de la vivencia.
En una palabra, queremos VIVIR, el producto o servicio que compramos.
Tener no sólo la experiencia sino lanzar el mensaje a los medios para ser considerados "alguien", distinto al resto de los consumidores.
Vende emoción pero siempre abierto a dejar que sea el comprador, el pagano, quien figure y no tú, ni la empresa ni siquiera el producto.
En una palabra, seamos la peana sobre la cual se encumbre y crezca el consumidor.
En caso contrario, nuestra vida de vendedor esta caduca.
Eso sí, debemos dar toda la información y solo la justa para que el comprador se involucre en el producto o servicio que ofrecemos. Y nos considere como verdaderos asesores, dignos de confiar.
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