En la India, cuando el elefante es pequeño,
le atan de la pata a una simple planta.
Luego a medida que va creciendo se acuerda
y nunca intenta irse si nota que su pata
está atada. A pesar que con un movimiento
sencillo, se libraría por su gran potencia.
Pero, nunca lo intenta. Su memoria le traiciona.
Eso mismo nos suele pasar a todos. No somos
capaces de liberarnos de nuestras costumbres y
a pesar que es muy sencillo, simplemente, no
nos creemos capaces y ni siquiera lo intentamos.
Una persona acostumbrada a determinado
producto, hacerle cambiar es difícil, salvo que
alguien le demuestre lo sencillo que es hacer
el cambio y de esa destreza se encarga el
quien es un buen vendedor.
Partimos de la base que todos tenemos muchas
Patas de Elefantes en nuestro modo de vivir
y ver el mundo, hasta que aparece esa persona
que nos hacer ver otra realidad y dejamos
de estar atados a la pata de elefante.
En una palabra, el vendedor nos libera de
nosotros mismos. Salvo que nos demos cuenta
y sea por nuestra propia voluntad que dejemos
de estar esclavos de muchas paticas de elefante.
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