Vamos demasiado rápidos, descontrolados, y muy
programados lo que nos lleva a conseguir objetivos
muy particulares, concretos y puntuales.
Pero.....no vemos por donde vamos ni el mundo que
dejamos a los lados y eso es un gran peligro. No saber
el terreno que pisamos puede ser de momento solo
una salvedad que puede convertirse en nuestra fosa.
Sin dejar de mirar hacia a donde vamos, lo que queremos
conseguir y los medios que precisamos.....debemos ver
muy bien qué nos encontramos en el camino, parar de
vez en cuando a reposar y ver si seguimos bien nuestra
hoja de ruta y el rumbo adecuado. (Colón, aunque salió
del Puerto de Santamaría, repostó y llenó los barriles
de agua en la Gomera, antes de lanzarse a la aventura.)
Si paramos de vez en cuando para cargar las pilas el
viaje se nos hace mas fácil y cómodo a la vez que nos
permite observar mejor el entorno que condiciona
siempre nuestro avance.
Las grandes empresas se espían constantemente unas
o tras para ver qué sistema usan para atraer a los
clientes y qué productos venden y el modo de como
lo consiguen....no se trata de copiar, se trata de aprovechar
otros éxitos para mejorar nuestra posición.
Mejorando siempre. Y viendo en el momento qué, cómo
y de qué forma se puede hacer esa mejora que otros
ya van haciendo.
El caso del leñador joven que retó al viejo y cuando
el viejo paraba para afilar el hacha, el joven seguía
esperando ganar con ventaja y no fue así. El hacha
del viejo cortaba mas en un solo golpe que la del
joven en cinco golpes. Ganó el viejo.
Echa el freno y mira como llevas tu camino y si te
hace falta algo o alguien que te ayude a seguir.
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