Todo vendedor ha saber soñar y hacer soñar a la gente. Sin fantasía no hay ilusión y sin ilusión nadie compra.
Se compra siempre soñando en un benefició.
El buen vendedor sabe ilusionar, en lugar de vender ayuda a poseer beneficios, a invertir en el bien de alguien de forma que la gente vea que su compra es una buena inversión porque el vendedor es consejero y le ayuda a decidirse por aquello que le será más útil.
Vender es aconsejar para que al poseer nuevas cosas o nuevos servicios la felicidad este garantizada, que el verdadero fin de la vida, la felicidad.
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