Es muy antigüo poner olores, sonidos,
tactos y sensaciones de movimiento en
las tiendas para asociar los productos
y hacer que el cliente los vea más
familiares y compre.
Además de olores y música, los ultrasonidos,
que aunque están prohibidos como los
mensajes subliminales, se usan.
Hoy las pantallas interactivas, los
Wi-Fis, y mensajes en móviles hacen
que el cliente recuerde los productos.
Las Apps, los mensajes y las redes
sociales se encargan de crear nuevas
sensaciones, sin contar la imaginación
que despiertan con las historias que
llevan incorporados muchos productos.
Incluso se hacen los productos en la
misma tienda y se personalizan.
A mayor cantidad de sentidos que
se impacten, más sensaciones y recuerdos
que familiarizan con el producto y más
fácil es comprar.
Compramos por sensaciones y emociones
y pocas veces por razones ya que la
descarga de hormonas en el acto de la
compra, nos hace sentirnos bien, aunque
sólo sea un momento.
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