Hacer un cliente es muy costoso y muy difícil, perderlo es muy sencillo y muy fácil.
Un simple descuido, un mal entendido, un gesto una sola palabra...no digamos fallos en el producto o en el servicio,
son suficientes para perder el cliente que unas veces nos lo dirá pero que la mayoría de las veces se lo dirá a los demás.
Cuidar los detalles es estar en continuo contacto con el cliente
y preguntarle mucho su nivel de satisfacción para mejorar siempre. Lógico que en general lo hagamos a través de los medios, aunque teniendo el criterio de que al cliente que nos aporta mas beneficio debemos procurar visitas personales.
Nunca hay que fiarse de la calma; de que todo va bien, de que nadie se queja ni hay devoluciones. Debemos estar en contínuo
estado de alerta y tratar de conocer mejor al cliente ya que puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo.
Napoleón decía que hay batallas que se ganan huyendo; pero para eso hay que saber huir en el momento y formas que nos sean beneficio a largo tiempo, no dejando nunca las puertas cerradas.
Ojo a los aduladores.
Aprendemos mas de los enemigos que de los amigos.
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