Cuando el 4 de diciembre de 2.009,
Google inició las búsquedas personalizadas,
creíamos que aumentaría nuestra libertad
y aumentaría nuestro conocimiento y
sí, disponemos de más información pero
a costa de estar más dependientes y
esclavos de esa información.
Cuando algo es gratis, el producto eres tú.
Le damos a Google, Facebook o Apple,
todos nuestros datos y a cambio, ellos
los venden, nos dicen lo que tenemos
que hacer en cada momento.
Formamos parte de una gran burbuja
y a su vez somos burbujas pequeñas
dependientes de la Gran Burbuja.
Hoy todo está en Internet y para poder
acceder a ello tenemos que pagar con
nuestra libertad.
Nada es gratis.
Creíamos que íbamos a ser más humanos
y cada vez somos más humanoides y
menos intercomunicados con nosotros
mismos ya que el Gran Hermano,
Internet, nos dirige, nos aconseja, nos
protege y trata de mejorar nuestras
vidas con sus adelantos, bien pagados.
Ciencia a cambio de independencia.
Y esto es imparable. Cada vez a medida
que adelanta la tecnología digital, aumenta
nuestra dependencia en aras de la comodidad,
y la esperanza de una mejor calidad de vida.
Nokia, vuelve al teléfono primitivo que solo
se usa para recibir y hacer llamadas, trata
de dar un servicio para los que quieren seguir
libres de la red en la que estamos ya la
mayoría atrapados.
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