Lo que mal empieza, mal acaba.
Así pues empieza bien tu día de trabajo.
Optimista, alegre, confiado en ti mismo.
Un buen principio es ya media victoria.
Transmites a tus clientes alegría, optimismo
y les contagias consiguiendo que te hagan caso
comprando esos productos que tu
con entusiasmo les vendes.
Si tienes desgracias, dolores, enfados o
cabreos por algo : Que no lo paguen tus
clientes, sonríe y dales felicidad que es
la primera puerta para entrar en sus
mentes y hacer que compren lo que tu
quieras venderles.
Dice un refrán chino muy antiguo:
"Antes de abrir un negocio,
abre una sonrisa en tu cara."
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