Ni todo lo que vemos u oimos es verdad,
ni es mentira.
Estamos predispuestos a juzgar.
Y nos pasamos la vida juzgando.
Esto no es malo, lo que es peligroso
es dejar de juzgar y empezar a creer
y confiar en las cosas que vemos a diario.
Las imágenes que vemos son tan reales,
que nos incitan a su aceptación sin
juzgarlas. Y aquí tenemos el peligro.
No creas todo lo que vés ni confíes
en todo lo que oyes. Júzgalo, piénsalo
aunque sea por breve tiempo.
Te puedes ahorrar muchos disgustos,
simplemente con las clásicas preguntas
de: ¿Quién lo dice?
¿Por qué y para qué?
¿Cuándo y como....?
¿Y si fuera mentira?
¿Qué riesgo hay en ello?
Piensa y discurre que es todo lo contrario
que quieren los que venden mal.
Mientras que los buenos vendedores
te solucionan las dudas antes que
aparezcan.
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