Para influir sobre las personas hay
que conocerlas.
A mayor conocimiento mayor poder de
persuasión y mayor confianza.
Nos fiamos siempre de aquello que nos
es familiar, lo que recordamos, lo que
conocemos.
Y en base a este conocimiento actuamos
en todo momento, sobretodo a la hora
de comprar o aceptar ideas.
Aceptamos siempre primero lo nos recuerda
algo que tenemos en la memoria y de aquí
que a la hora de tratar de vender se
busquen palabras, conceptos, imágenes, sonidos,
olores que sean familiares al comprador.
Y por supuesto , las cosas muy repetidas, como
la propaganda, termina por ser algo familiar
facilitándonos la compra.
O sea que nos decidimos mas fácil por
aquello que conocemos.
Nombres, colores, sonidos, melodías, olores....
entran en juego a la hora de vender.
La palabra mas familiar que todos tenemos
es nuestro propio nombre; lo estamos oyendo
desde que nacemos y lo queremos mas que
otro nombre. De aquí la importancia de
llamar a las personas por su propio nombre.
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