El peligro del éxito es bajar la guardia y que penetre un virus en el mismo éxito arrastrándonos a un fracaso posterior.
Cuando todo va bien es cuando mas tenemos que estar alerta y vigilar para que siga la racha y no echarnos a dormir saboreando el éxito conseguido. Continuo estado de alerta.
El triunfo logrado con mucho esfuerzo y sacrificio tiende a paralizarnos para descansar y es ahí, en ese pequeño descanso o relajo cuando nos puede venir el principio de un próximo fracaso.
Todo puede fallar y no debemos esperar solo a la buena programación; hay que controlar, vigilar y revisar todo,
en una palabra, desconfiar hasta de nosotros mismos para no tener sorpresas.
Un ejemplo de vigilancia es la Cruz Roja. Tiene tres auditorias al año. Dos internas y una externa y solo así se sabe donde está cada céntimo recibido. ¿Cuántas empresas caen por falta de auditoria externa?
Una pequeña vía de agua en un barco se puede taponar si se actúa con rapidez pero si se deja un tiempo se hace enorme y termina por hundir el barco.
Hay que dar importancia a las cosas pequeñas que no por pequeñas pueden producir éxito o fracaso.
No olvidemos que la diferencia entre empresas, productos o servicios está precisamente en esos "pequeños detalles."
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