El poder de todos. Es una forma de gobernar un negocio, una empresa o un trabajo determinado donde cada cual sabe hacer su papel y siendo independiente tiene el apoyo de todo el equipo.
Se trata de aumentar responsabilidades, acelerar las decisiones y evitar sueldos de jefes para mejorar la rentabilidad.
En teoría está muy bien, en práctica no es tan sencillo.
Hay tendencia a no tomar decisiones estando en la zona de confort, lo que impide la mejora.
Una incapacidad a tomar decisiones en muchos casos por falta de experiencia y tener temor al fracaso, la seguridad cien por cien no existe.
Muchas veces confunden horizontalidad con el consenso y no hay garantías.
En momentos difíciles hay que centralizar las decisiones y actuar rápido.
Falta confianza entre el equipo.
Se oculta una jerarquía que impide la responsabilidad individual al tener una dependencia forzada.
Si se da poder ha de ser completo y con toda la confianza.
Aunque no hayan jefes debe haber alguien a quien acudir como consejero y guía para saber que todo marcha bien, una especie de auditor.
Lo cuestionable no son los jefes, sí lo que hacen, como lo hacen y cuanto cuesta su trabajo al conjunto del equipo.
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