Hasta la Torre Eiffel se vendió.
Haciéndose pasar por un funcionario
del Ayuntamiento de París, el Conde
Lustig vendió la Torre Eiffel, a un industrial
para chatarra, y como a última hora dudaba
el industrial por no ver las cosas claras,
Lustig, le confesó que el sueldo de un funcionario
era muy bajo por lo que le pedía, bajo cuerda, una
comisión.
Lo que convenció al chatarrero a entregarle
el dinero ya que los funcionarios suelen ser
corruptos.
Todo se puede vender....pero algunas cosas
no se deben aunque hay gente que compra
cualquier cosa.
Como el Peñón de Ifach, en Calpe lo compraba
un grupo hotelero inglés y faltó poco para ser
otra colonia inglesa.
La legalidad debe estar presente en toda
venta, no sólo el beneficio de las partes.
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