La crisis me recuerda una tormenta de arena
que viví en el aeropuerto de Asuán , Egipto.
Una montaña de arena roja invade y paraliza
todo, imposible moverse en ningún medio.
Solo, cuando cesa la tormenta empiezan a moverse
los vehículos mas ligeros, los que usan menos
tecnología, los camellos son los primeros en avanzar
por todas partes.
Y con la crisis pasa lo mismo, son las pequeñas
empresas las primeras en salir a flote. Es el pequeño
emprendedor quien sale de la crisis mas ligero.
Depender de menos tecnología es una garantía de
supervivencia para la pequeña empresa pero tambien
es signo de debilidad, poco progreso y lentitud en
el avance empresarial, comercial y mercantil.
Son los artesanos de toda la vida.
Tienen sus clientes que poco a poco van ganando
por su originalidad y saber hacer, aunque les cuesta
mas hacer nuevos clientes si que son mas valorados
por estos.
Aparecen los productos ecológicos, los alimentos
macrobióticos, los vehículos de transporte que no
contaminan, las bicicletas y los deportes de running
o sea, volver a la naturaleza y sus medicinas ancestrales
pero sin dejar de depender de la tecnología, ya que si
paramos la tecnología, se paraliza el mundo.
Con la tormenta de arena aprendí que no hay que
menospreciar las cosas antiguas, las tradicionales
que a pesar de los tiempos siguen funcionando como
tantas norias y molinos de agua milenarios.
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