Sin respeto no hay confianza y sin confianza no hay compra.
Empieza por considerar a cada cliente como único y muy importante, indistintamente de su estado.
Llámale por su nombre o según costumbre del lugar.
Preséntate ante él con limpieza, y buena imágen.
Considera cada visita que hagas al cliente que vas a ver una persona muy importante , viste y actúa como tal con respeto, sinceridad y mucha empatía.
Lo mismo los productos, como tú mismo lleváis colores que transmiten mensajes.
Procura que el mensaje que dan los colores sea acorde con la empresa, los productos y en tu caso, la seriedad de la visita.
"El hábito no hace al monje."
Pero ayuda a distinguirlo.
Céntrate en la persona sin quitarle la vista pero con discreción para no molestar.
Haz hablar, escucha, no intentes dar lecciones a nadie.
Muévete normal más bien lento para no poner nervioso a nadie.
Colócate en un lugar desde donde te puedan ver con claridad y sin obstáculos para el cliente.
Y da siempre las gracias por los minutos que te han dedicado.
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