Todos tenemos nombre y apellidos que forman parte de nuestra propia vida, nuestra historia personal, nuestra intimidad más profunda.
Recordarlos es recordar nuestra vida.
Para mejorar la comunicación es muy importante tenerlos en cuenta.
El nombre, por ejemplo, es la palabra más oída por cada persona, la palabra más familiar y a su vez los apellidos que lo definen, personalizan y le dan importancia y distinguen, dentro de la diversidad que existen en el mundo con los mismos apellidos.
El lugar de nacimiento, la familia, los datos particulares también ayudan a distinguir a las personas aumentando su "ego".
Todos estos detalles ayudan en la comunicación facilitando así el acercamiento afectivo y efectivo de las personas cortando barreras y abriendo la puerta para la confianza.
Cuantas más veces oiga la persona sus datos personales más dispuesta estará para abrirse en la comunicación.
Claro que hay que usarlos con discreción y observando la reacción del oyente, no vayan a hacer el efecto contrario y molesto. En esto, como en todo, el sentido común, junto con la observación, son básicos para la buena comunicación.
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