Cuando dos perros se encuentran lo primero que hacen es
olerse los genitales el uno del otro. ¿Sabéis porque? Para saber con quién se
las tienen que entender, que trato tienen que darse y ver como se tienen que considerar
el uno al otro. Es un ejemplo de conocimiento del semejante para medir las
fuerzas, programar las intenciones y ver las tácticas a seguir. No digo que en
la especie humana haya que hacer lo mismo, pero SÍ algo parecido, obviando
aunque no del todo el sexo de la persona con la que nos entrevistamos. En las
empresas pasa algo similar, hay que conocer bien al cliente “tipo”, al cliente
representativo de nuestro 80% de consumidores del producto o servicio que
fabricamos o vendemos. Ignorarlo es fracasar en todo; hasta en la publicidad.
Te recuerdo que hoy más que nunca el FRACASO de las empresas
es el tristemente famoso ¿¿¿Siempre se ha hecho así!!!
Hemos triunfado hoy y nuestro triunfo de hoy puede ser el
sepulcro del mañana, de los triunfos se aprende POCO, de los fracasos MUCHO.
Para seguir triunfando la clave es sencilla: Conocer cada
vez mejor al cliente “TIPO”. Conocerle mejor que se conoce el mismo, adivinar TODOS LOS
PRODUCTOS Y/O SERVICIOS que le puedan,
interesar, satisfacer, sorprender y hacerle la vida más agradable y llevadera.
Y es en esto de sorprender donde debemos insistir.
SORPRENDER es hacer
algo más de lo que siempre venimos haciendo, es el viejo ya conocido “VALOR
AÑADIDO”, el más viejo aun “SATISFACER SUS NECESIDADES” y el antiguo
“ANTICIPARNOS A SUS DESEOS”.
El siempre tenerle informado de todo lo que le
puede ser útil y dárselo rápidamente, el evitarle esfuerzos, tareas incomodas,
el llegar a ser su consejero de confianza, el que NUNCA falla en una palabra.
¿Difícil? Depende de ti y de tu equipo. Si en la empresa se
considera al cliente como el principal actor, los demás, incluidos la dirección
de empresa, bailarán a su compás y nadie querrá imponer su ritmo particular,
por mucho marketing y máster que se sepan. Los títulos, los estudios el Marketing ,lo único que te hacen es comprender mejor a tu cliente “tipo” y ver
la forma de convertirle en el centro de toda actividad comercial.
Si es bueno para el cliente, tienes que convertirlo en bueno
para la empresa, aunque muchas veces casi imposible por las exigencias del
propio mercado. Pero ahí está la competencia que te espabila y te hace pensar
en el ya viejo “Siempre tienes que estar mejorando o te pierdes”
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